«Mira, mi hija, mi Corazón coronado de espinas que los hombres ingratos en cada momento Me meten, con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, busca consolarme, y di que todos aquellos que por cinco meses, en el primer sábado, se confiesen recibiendo después la santa Comunión, recen un rosario, y Me hagan 15 minutos de compañía meditando sobre los 15 misterios del rosario, con la intención de darme alivio, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de estas almas».
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